
El último famoso en salir a la palestra a cuenta de su consumo de tóxicos ha sido George Michael pero, a diferencia del modelo al uso, que exige grandes muestras de contrición, propósito de enmienda y el ingreso urgente en una clínica de desintoxicación para volver al buen camino, el británico se ha atrevido a decir que le gusta la marihuana, blasfemia que ha suscitado la airada repulsa de los cantamañanas de siempre. Y no es que Michael sea un apologista a ultranza del consumo indiscriminado de drogas:
«Es la única droga que siempre he creído que merece la pena tomar, pero tienes que esperar. Nunca se me ocurrió tomarla hasta que tenía 22 o 23 años. Tienes que haber alcanzado ya tu correcta posición en la vida», aseguró, tras lamentar haber estado enganchado a otro tipo de drogas en el pasado.Está claro que la más mínima referencia positiva por parte de un personaje público a los placeres que indudablemente producen las drogas es un crimental que debe ser castigado con el mayor de los oprobios. Menos mal que ya no existen la picota y la hoguera como en la Edad Media, que más de uno y más de dos terminarían en ellas si de algunos fanáticos dependiera.
«Diría que es una gran droga, pero obviamente no es demasiado saludable. No te puedes permitir fumarla si tienes algo que hacer»

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