12 julio 2002

Despenalización en Gran Bretaña: ¿Una oportunidad perdida?

Amarga frustración: así se podría resumir la respuesta del movimiento cannábico británico a la esperada reclasificación del cannabis y sus derivados por parte del gobierno laborista, anunciada ayer por el ministro del Interior, David Blunkett.

Y es que Blunkett y Blair parecen haberse asustado a última hora ante la campaña montada desde el prohibicionismo más rancio, que ha echado mano de la clásica receta sensacionalista ("¡niños de 11 años fumando marihuana!", "¡camellos vendiendo crack a plena luz del día!"), como si una venda mágica les hubiera impedido ver todo eso hasta hace un año. Por cierto, que hace un año precisamente que los Tories lanzaban algunos globos sonda a través de Peter Lilley en pro de la legalización del cannabis. Durante la polemica se ha echado en falta la voz de Lilley y otros Tories favorables a cambios legislativos similares -e incluso más avanzados- a los propuestos por Blunkett, quien parece haber olvidado que todas las encuestas dan un apoyo abrumador (4 de cada 5) de los británicos a una despenalización del cannabis. Afortunadamente, Lilley ha salido finalmente a la palestra para defender otra política sobre el cannabis bastante más realista que la anunciada reforma.

Hash on the high street

Demasiadas cosas inclinan la balanza hacia el lado negativo.

- La reclasificación tendrá que esperar un año -hasta julio del 2003- para entrar en vigor en todo el país. La mayoría de los medios españoles han obviado este hecho. El experimento de Lambeth se extenderá a otros barrios de Londres tras sufrir algunos cambios, pero se deja a la discrecionalidad de los otros jefes de policía del país el ir aplicando o no la nueva medida a lo largo del año. Dadas las grandes diferencias de opinión existentes entre los diversos comisarios de policía sobre el cannabis, se darán extrañas situaciones, con unos distritos despenalizados junto a otros de la línea dura.

- La despenalización del consumo irá acompañada por una insólita muestra de dureza hacia el tráfico: nada menos que 14 años de cárcel caerán sobre los condenados frente a los 5 a los que se arriesgan ahora; es de temer que la medida no contribuirá a vaciar las cárceles británicas, las de más "éxito" de Europa (España va inmediatamente después en porcentaje de población reclusa). No se contempla ninguna medida -como la adquisición compartida para consumo solidario- que mitigue la severidad de estas penas, que sin duda serán aplicadas a los "sospechosos habituales" (minorías, jóvenes, marginados) y dejarán en paz a los mafiosos, que para eso pagan su protección y su impunidad.

- Se deja la puerta abierta a detenciones por consumo/tenencia al arbitrio de la policía, sin que se haya determinado en qué circunstancias se podrán llevar a cabo. Por otra parte, la posesión de drogas de la clase "C" todavía está castigada con dos años de cárcel, aunque nunca se aplique esta pena. Es un resto importante de inseguridad jurídica.

- La nueva ley no hace sino adaptarse a lo que ya se venía practicando desde hace mucho tiempo. Las condenas a prisión (de hasta cinco años) e incluso los arrestos por tenencia o consumo de cannabis eran ya insólitos. Sin embargo, el acceso al cannabis sigue siendo ilegal, con lo que el mercado negro queda intacto. Ni siquiera se ha optado por abrir la mano en cuanto al autocultivo, y el tema de los coffee-shops parece cada vez más lejano (y con Colin Davies de regreso a la cárcel, aún más).

- En el camino ha caído la reclasificación del Éxtasis a la categoría "B", recomendada por un alto comité parlamentario (El Home Affairs Select Committee) y por la prestigiosa Police Foundation. Blunkett ha sacrificado este peón para poder hacer avanzar a su reina -si se me permite el símil un tanto hortera.

- También han caído los chutódromos (o, en la terminología drogabusóloga, "salas de venopunción"), pero se abre la puerta al suministro controlado de heroína, rebautizada como "diamorfina" para no herir susceptibilidades. Estamos en el reino del eufemismo, señores.

¿En qué ha quedado todo esto, pues? ¿En un shakespeariano "mucho ruido y pocas nueces"? Lo poco rescatable de la reforma es que reduce la posibilidad de penas de cárcel y de ser detenido por fumar marihuana. En el terreno de las multas, se habla de ello, pero no se han concretado cantidades. De haberlas, sin duda serán muy inferiores a los 300€ que supone ser "corcuerizado", con lo que los británicos estarían mejor que los españoles en este aspecto. Si esta tímida reforma tiene alguna trascendencia, vendría por ser el mayor cambio legislativo en materia de drogas de los últimos veinte años, algo importante en el país con las leyes antidroga más duras de Europa (¿Más que en Francia o que en Suecia?: eso dicen).

También hay que destacar que el movimiento cannábico de las Islas no se va a quedar parado y se hará escuchar, aprovechando la brecha abierta por el intenso debate que ha tenido lugar entre la opinión pública de aquél país desde hace más de un año. El cannabis y las iniciativas despenalizadoras han entrado en la arena política, y no será fácil sacarlos de ahí. El genio ha salido de la botella, y no se va a dejar meter de nuevo así como así.

Información extraída de UKCIA
http://www.ukcia.org

Reacción de Legalize Cannabis Alliance
http://www.ukcia.org/library/selectcommittee/lcapr100702.htm

Más en el artículo de Andria Mordaunt para el boletín de ENCOD de junio (en castellano)
http://www.encod.org/dyd-33.htm

La crónica de José Manuel Costa en el ABC
http://www.liberadamaria.org/modules.php?name=News&file=article&sid=567

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