06 febrero 2001

Si a alguien le queda alguna duda de que la lucha contra el lavado de dinero es una farsa apenas disimulada, este artículo de EL PAIS le debería abrir los ojos.
Los mayores beneficiarios del narcotráfico no son los señores de la guerra de ojos rasgados, ni los cetrinos potentados del Cártel de Sinaloa. Los que se llevan la mayor parte de las ganancias son blancos, anglosajones y protestantes, y muy respetables, eso sí. ¿Acaso hay alguien más respetable que un banquero?

El Senado denuncia el 'lavado' de 90 billones en bancos de EE UU
ENRIC GONZÁLEZ, Nueva York
Los bancos estadounidenses siguen siendo una gran máquina de lavar dinero.

Hasta medio billón de dólares (casi 90 billones de pesetas) procedentes del narcotráfico, fraudes fiscales y apuestas clandestinas pasan anualmente por la gran banca de EE UU, sin que se haga casi nada por evitarlo, según un informe del Subcomité Permanente de Investigaciones del Senado, publicado ayer por un grupo de senadores demócratas.

La lucha contra el blanqueo de dinero fue una de las prioridades del presidente Bill Clinton, especialmente después de que en agosto de 1999 se descubriera que el Bank of New York había permitido la circulación a través de sus oficinas de 7.000 millones de dólares procedentes de organizaciones vinculadas a las mafias rusas. Pero ni la mayoría republicana del Congreso ni los bancos mostraron demasiado entusiasmo por secundar a Clinton en su cruzada contra el dinero sucio.

"Nuestros bancos parecen dormidos ante el fenómeno o, aún peor, no les importa que ocurra", comentó el senador demócrata Carl Levin. El informe propone que se prohíban o se restrinjan de forma muy severa las cuentas de corresponsales, por las que los bancos de Estados Unidos actúan en nombre de entidades extranjeras sin presencia en el país.

El Hanover Bank, propiedad de un ciudadano irlandés y domiciliado en el bufete de un abogado de la isla caribeña de Antigua, pudo abrir por esta vía cuentas en los mayores bancos de Manhattan y Chicago e introducir grandes sumas de dinero fraudulento. Lo mismo ocurrió con el American International Bank, también de Antigua, o el British Trade & Commerce Bank, de Dominica. El Senado estudió las actividades de estos supuestos bancos, carentes incluso de contabilidad, y constató que no eran más que un membrete que permitía a sus clientes depositar el dinero en entidades estadounidenses y convertirlo automáticamente en fondos "legales", y, por tanto, en una parte significativa de la actividad financiera en Wall Street.

La reacción de los bancos

"No hacen falta nuevas leyes o nuevas prohibiciones", afirmó John Byrne, miembro de la Asociación de Banqueros Americanos, al conocerse el informe de los senadores. "Sí tenemos que vigilar más, de acuerdo, pero en ese caso", añadió Byrne, "el Gobierno tiene la obligación de decirnos con qué bancos y con qué países debemos ser especialmente cautelosos".

Por su parte, el Gobierno de George W. Bush parece no tener definido qué hará con este tema reflotado por los senadores demócratas. El secretario del Tesoro de la nueva Administración, Paul O'Neill, ha preferido no opinar por ahora sobre si la lucha contra el blanqueo de dinero, que se suma a los temas calientes heredados de la reciente Administración de Clinton, seguirá siendo una prioridad del actual Gobierno.



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